10 noviembre 2006

Miel, licores, mojo, repostería y vino


No inauguramos sección gastronómica. Simplemente enumero algunos productos sospechosos que acompañarán a partir de ahora las horas de asueto del personal de seguridad de los aeropuertos. Menudo festín.
Una vez aclarado que las ensaimadas rellenas de crema o de cabello de ángel no suponen un riesgo potencial para el pasaje, urge determinar que otros productos, que hasta ahora formaban parte esencial del equipaje del turista, pueden pasar los controles. Si no se hacen las precisiones necesarias, ha llegado el fin del souvenir gastronómico. Bueno, si buscamos el lado positivo, tal vez consigamos reducir nuestro nivel de colesterol, e incluso estimular la imaginación al vernos forzados a buscar algún regalo que sustituya al consabido lote de productos típicos.

Mi amigo Max, nudista militante, me confesó que se estremece de emoción ante la inminencia de una terminal 4 rebosante de cuerpos desnudos portando una bolsita de cierre hermético como único equipaje. Sería el triunfo absoluto del movimiento naturista. Claro, que algunos viajeros no podrán evitar los viejos hábitos. Así que seguirán vistiendo calcetines y sandalias. Otros pasearán ufanos con sus sombreros de cowboy, o luciendo espectaculares pamelas. Los más recatados, se pondrán un largo poncho mexicano hasta las rodillas.
Imagino los culos sudorosos e irritados al abandonar los sillones de skay de la sala de embarque o los respingos involuntarios al sentir el frío tacto de las sillas de plástico de la cafetería.

Es posible que el profundo debate sobre seguridad o libertad acabe derivando en una frívola discusión sobre seguridad o comodidad. Y es que las urgencias de la vida cotidiana acaban casi siempre por desmontar las estrategias del miedo.

Desconozco hasta cuando durará esta absurda paranoia que convierte a cualquier ciudadano en un sospechoso de terrorismo. No sé si es peor la sensación de vulnerabilidad ante el terror o la impotencia por no poder desarrollar con comodidad y normalidad actividades en otro tiempo habituales y cotidianas. O, tal vez, las dos cosas sean exactamente lo mismo.
Gracias a medidas como las que se han puesto en práctica en los aeropuertos, los terroristas saben que ya han ganado. Ya es hora de que despertemos. De nada vale la seguridad si renunciamos, cada vez, a más espacios de libertad.

2 Comments:

Anónimo said...

No lo digas muy alto o acabarán por poner más controles. Claramente esto es absurdo. Por eso creo que lo que quieren es meternos miedo, no protegernos.

Anónimo said...

Los ingleses tenían un problema y estaban perdiendo pasajeros en Heathrow y han conseguido que el resto de los europeos pique y entren al trapo de la neura.Si los que nos van a marcar a partir de ahora lo que se tiene que hacer son los americanos y sus compinches entramos en la era del miedo y por supuesto que todo ese coste al final lo paga el viajero.