12 diciembre 2006

Cortinas de Humo

Algo no funciona en este mundo cuando es necesario malgastar tantas energías en constatar lo evidente. Pero no nos queda más remedio que hacer el esfuerzo, si no queremos que las cortinas de humo nos nublen la visión y las disparatadas ocurrencias de algunos se nos presenten como verdades irrefutables.


Son hechos constatables que un juez ha dictado un auto en el que afirma que advierte indicios de cohecho en la actuación de determinadas autoridades, con base en unos documentos relacionados con el caso Fórum Filatélico. No se trata de una broma de mal gusto de Garzón. Los documentos existen (¿alguién puede negarlo?) y considera el juez que fundamentan suficientemente la posibilidad de que se haya cometido algún delito.
A partir de esta realidad incuestionable, los presuntos investigados, han montado un espectáculo político y mediático que trata de evitar el debate sobre los hechos para generar un falso debate sobre realidades inventadas.
  • Les gustaría que el juez fuese un prevaricador. No es más que un deseo que convierten, no obstante, en acusación. Y aunque reclaman un extremado respeto a la presunción de inocencia para sí mismos no se andan con rodeos a la hora de atribuir al juez un delito de tal gravedad. Denuncian juicios paralelos pero no dudan en montarle los juicios paralelos que haga falta, al fiscal general de estado, al juez Garzón y al Ministro de Justicia.
  • Les gustaría que los incriminados fueran todos los ciudadanos de Santa Cruz, y extienden la presunta implicación de su alcalde al pueblo santacrucero. Pero las sospechas recaen únicamente sobre los sujetos a los que aluden los citados documentos. Lo que normalmente desean los ciudadanos, sean de Santa Cruz o de Singapore, es que se haga justicia y si alguien ha cometido un delito, que pague por ello. Utilizar como escudo a los ciudadanos, no es precisamente un acto de valentía y refleja cierta incapacidad para asumir con serenidad la responsabilidad de los propios actos.
  • Les gustaría que todo fuese fruto de una conspiración urdida por los canariones e instigada por el Ministro de justicia para hacerse con el control de Santa Cruz. Una apelación a los jugos gástricos del personal, sin más fundamento que el esforzado voluntarismo de los afectados y su coro mediático. Ya sabemos que azuzar el pleito insular ha dado hasta ahora buenos resultados.
  • Les gustaría ser acusadores y no acusados y de esta manera, convertirse, en un alarde circense, en fiscales de la fiscalía. El trabajo de los fiscales consiste en perseguir activamente los delitos y velar por el estado de derecho, y la obligación de los poderes públicos es facilitarles el trabajo. Cuestionar su independencia y poner en tela de juicio el funcionamiento democrático de las instituciones no parece ir en esta línea. Y desde luego, no es la actitud que cabría exigir a quienes ostentan cargos públicos.
  • Les gustaría aparecer como víctimas frente a la opinión pública. Pero ya sabemos que las víctimas de los delitos, en caso de que se demostrase que los ha habido, no son, precisamente, los condenados por haberlos cometido. El delito de cohecho beneficia a los sobornados y a los sobornadores y perjudica el interés público, es decir, el interés de la mayoría.
  • Les gustaría parecer ciudadanos indefensos cuyos derechos fundamentales han sido vulnerados por un uso abusivo del poder y presentarse como víctimas de un injusto linchamiento en los medios de comunicación. Sin embargo, no pueden fundamentar jurídicamente su presunta indefensión. Los medios de defensa se activan a nivel jurídico cuando se plantea la querella. A nadie se le ha imputado ningún delito. Por otra parte, parece razonable que las investigaciones se prolonguen el tiempo que haga falta, sobre todo si el objeto de investigación es complejo. No comprendo las quejas de los presuntos investigados. Al contrario, debieran reclamar luz y taquígrafos si es que efectivamente nada tienen que ocultar. ¿Acoso mediático? Cuando les conviene, utilizan de altavoz de sus quejas y lamentos, a numerosos medios de comunicación, siempre dispuestos a hacerse eco de cualquier rueda de prensa o comunicado que les venga en gana emitir. Exactamente igual que cualquier ciudadano objeto de una investigación judicial. Pobrecitos.
  • Les gustaría que dimitiera el Ministro de Justicia aunque este no aparezca en el auto de Garzón. Evidente cinismo para exigir a otros la conducta que les correspondería adoptar a ellos.
  • Les gustaría que la mayoría de los ciudadanos permaneciésemos desinformados y no conociésemos los hechos en los que se basan las actuaciones judiciales. Pero la ciudadanía está hastiada y se plantea un cambio. Y para llevarla al huerto ya no sirven ni el populismo bananero, ni las forzadas demostraciones de rancio tinerfeñismo.

Habrá que permanecer atentos para no olvidar el fondo de este asunto aunque se empeñen en levantar esperpénticas cortinas de humo.

1 Comment:

Anónimo said...

Da gusto leer un analisis tan claro y contundente de la pobredumbre de aquellos acostumbrados hasta ahora a mover los hilos y tener todo amarrado.