03 diciembre 2006

Wishful thinking

Esta expresión inglesa no tiene un equivalente en español. Significa algo así como una predisposición de ánimo a formar opiniones y juicios sobre lo que pasa a nuestro alrededor no con base en los hechos y evidencias sino en lo que nos gustaría que ocurriese; no con base en la realidad sino en los deseos.
Últimamente, el wishful thinking se emplea por muchos periodistas y políticos para enjuiciar la realidad. Desprecian sin más los hechos y solo apelan a ellos cuando pueden serles útiles para apoyar sus argumentaciones.
La guerra de Irak ha sido un ilustrativo y trágico ejemplo de esta forma de actuar. Era preciso que Sadam tuviese armas de destrucción masiva y amparase el terrorismo internacional para apoyar el deseo previo de invasión de Bush y sus ideólogos. Poco importó que los hechos desmintiesen tercamente tales afirmaciones.
Las consparanoias sobre el 11-M son otra patética manifestación de wishful thinking. Se está dispuesto a deslegitimar todo el aparato del estado con tal de cumplir el deseo de tapar la desvergüenza del Partido Popular de los dias siguientes al atentado y, sobre todo, su irresponsable imprevisión frente a la amenaza que suponía el terrorismo islámico.
También algunas opiniones sobre el proceso de negociación con ETA parecen teñidas de wishful thinking. Se afirma con rotundidad que el gobierno se ha rendido a los terroristas, aunque siguen las detenciones de etarras y los abertzales no muestran ninguna sintonía con el gobierno.
Resulta agotador debatir con quienes confunden la realidad con los deseos. Supongo que solo nos queda esperar a que los hechos pongan a cada uno en su sitio pero sin dejar de recordarles a diario, que viven instalados en una realidad inventada.

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