29 septiembre 2006

Inmigración

Cuando nos enfrentamos a problemas complejos es muy fácil caer en la tentación de la simplificación. Nos vemos desbordados por los acontecimientos y buscamos respuestas que nos ayuden a disminuir nuestra inquietud y a superar nuestras limitaciones.
Por este motivo, la clase política y los intelectuales debieran hacer un especial esfuerzo de prudencia y pedagogía cuando intentan trasladar a la sociedad sus impresiones sobre estos temas complejos, evitando en lo posible las frases sentenciosas, las fórmulas milagrosas o los discursos basados en tópicos y etiquetas.
Sin embargo, una vez más, han demostrado no estar a la altura de las circunstancias.
Los políticos han hecho, básicamente, electoralismo barato. Unos han agitado a las masas intencionadamente, creando alarma y sembrando miedo, con un discurso victimista al que ya nos tienen desgraciadamente acostumbrados. Otros, desbordados por los hechos, han tirado balones fuera minimizando la magnitud del problema y acomodando el discurso al devenir de los acontecimientos. Por último, otros han elegido la vía de desgastar al gobierno central responsabilizándolo en exclusiva del problema por haber decidido una regularización masiva que ha provocado, utilizando una de esas fórmulas simplificadoras que detestamos, un importante "efecto llamada"
Los intelectuales, missing. En Canarias no hay universidad, ni pensadores. Es preferible dejar a los políticos el manejo de la situación. Es mejor que la sociedad asuma sus planteamientos electoralistas. Lo adecuado es que se instalen los modos racistas y xenófobos instigados por el discurso tremendista y populista de algunos, que es el que mejor prende en los momentos de incertidumbre.
Ni una llamada a la reflexión. Ni una sola aportación serena y lúcida que ponga los puntos sobre las íes y centre el debate.

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