06 septiembre 2006

Los Conversos


Como es sabido, se llamó conversos a los judíos que se convirtieron al catolicismo cuando los Reyes Católicos decretaron su expulsión de España en 1492. Como explican muchos historiadores, algunos conversos serían poco después, los más implacables perseguidores de sus antiguos correligionarios, al punto que Fray Tomás de Torquemada, el primer y más terrible Inquisidor General, era de origen judaico.“Los más duros golpes contra Israel vinieron de sus mismos rabinos luego de bautizarse” (Américo Castro).
Es el llamado "furor del converso", una disposición permanente de ánimo que obliga al converso a actuar con malsana inquina contra sus antiguos correligionarios y a convertirse en el más fanático defensor de la nueva fe que abraza.
Parece lógico pensar que la principal causa de este furor es la necesidad de conseguir cuanto antes la confianza de los nuevos compañeros de viaje y eliminar los recelos que normalmente despierta un recién llegado. Pero yo creo que el motivo fundamental es un profundo sentimiento de culpabilidad que atormenta y persigue por siempre al converso. Y es que su transformación no es, en la mayoría de los casos, el fruto de una serena reflexión interior que le lleva a evolucionar hacia otras posiciones ideológicas, sino un viaje forzado por circunstancias externas que su débil carácter no puede asimilar. La conversión es un acto de cobardía, de incoherencia intelectual o puro instinto de supervivencia. Resulta más duro reconocerlo que abrazar con entusiasmo el nuevo credo. Y una vez que la rueda comienza a girar ya es imposible volver atrás y el tormento solo cesa si nunca se detiene.
Me divierte pensar que Federico Jiménez Losantos, uno de nuestros más excelsos conversos actuales, es en el fondo un izquierdista avergonzado atrapado en sus propias contradicciones. Su sentimiento de culpabilidad se retroalimenta cada día, y, en su fuero interior, cree justificable cualquier comportamiento, por muy detestable que sea, que le ayude a superar su crisis de identidad No es más que un pobre Hamster asustado condenado a seguir girando sin parar, subido a su juguete favorito. Dios le bendiga.

0 Comments: