21 agosto 2006

Inteligencia Emocional


La inteligencia a secas, sin adjetivos, ya no está de moda. Ahora la virtud consiste en ser emocionalmente inteligente. Los más listillos han aprovechado las ideas de Goleman para pervertirlas de manera que su mediocridad quede santificada por las corrientes psicológicas en boga.
El director comercial de una empresa me contó un caso que sirve para ilustrar mi argumentación. Una empleada incorporada hacía menos de dos meses a su empresa había disminuído su rendimiento significativamente la última semana, así que mi amigo le reprochó su actitud comentándole que se había ACOMODADO. La inteligente respuesta de la empleada sirvió para zanjar la discusión de inmediato: no me he acomodado, me he ADAPTADO, contestó.
Esa capacidad de adaptación es la que valoran los mediocres pervertidores de las teorías de GOLEMAN. Es preciso sucumbir a la presión del entorno y sobrevivir de la mejor manera en un mundo que no podemos cambiar. Esto nos hará más felices y emocionalmente equilibrados.
Las biografías de los grandes personajes que cambiaron el mundo no se ajustan, sin embargo, salvo contadas excepciones, a este perfil "adaptativo". Galileo, Leonardo o Einstein fueron más bien seres rebeldes y luchadores, nada convencionales en su época, que utilizaron su inteligencia " a secas" para transformar la realidad, para interrogar e interrogarse, cuestionando el orden establecido.
Las emociones son una reacción frente al entorno. Mostrarse emocionalmente equilibrado ante la injusticia o la mentira o la estupidez humana es una demostración de falta de humanidad más que una virtud.

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